Ramiro II (931-951)

Ramiro II fue otro de los hijos de Ordoño II que llegó a reinar. Se enfrentó a Abderramán III, el soberano más poderoso que tuvo al-Ándalus. Los dos líderes se atacaron continuamente, y las victorias y las derrotas se fueron sucediendo para ambos. Ramiro, por su parte, devastó lugares como la fortaleza de Magerit (la futura Madrid), pero Abderramán venció y sometió a su aliado reino de Pamplona.

El califa musulmán decidió borrar del mapa al reino de León, para lo que en el año 939 convocó a todos los andalusíes para la yihad (“guerra santa”). Reunió así el mayor ejército de la historia de al-Ándalus, pero fue derrotado estrepitosamente por Ramiro II en la batalla de Simancas-Alhándega. El propio Abderramán estuvo a punto de ser capturado, y se vio obligado a huir abandonando en su tienda de campaña sus más preciadas posesiones, como su cota de malla trenzada con hilos de oro, o su lujoso ejemplar del Corán. La Cruz de Peñalba es un recordatorio de la batalla: fue donada por Ramiro II al monasterio de Santiago de Peñalba (El Bierzo) para agradecer al Apóstol la victoria. Con el tiempo esta cruz se ha convertido en el símbolo de la comarca berciana.

Con esta victoria la frontera se trasladó más al sur, desde el río Duero hasta el Tormes, con lo que Ramiro II repobló Salamanca, Ledesma, Baños, etc., con gentes de origen leonés.

Las luchas entre Ramiro II y Abderramán III continuaron, aunque a veces se interrumpían con la firma de treguas. En enero del año 951 Ramiro renunció al trono en León, y murió pocos meses después. Dejaba dos hijos varones: Ordoño III, que lo sucedería por ser el mayor, y Sancho, que también llegaría a reinar en León más adelante.

Ramiro II recibió el sobrenombre o apodo de “el Grande”, aunque los musulmanes lo apodaron “el Diablo”.